"TRIÁNGULO 14". Por Daniel Fernández

 Año 2011


TRIÁNGULO 14
Por Daniel Fernández (1960-2013)
Texto escrito en el año 2011.


“Iniciaba la década del 60, me encontraba tranquilo desde hacía varios años, siempre con la misma vista, a mi espalda las vías y a lo lejos un lugar lleno de trenes de carga, un poco a la izquierda un gran edificio al que llamaban hospital, un pequeño club de tenis, a mi derecha un paredón donde entraban y salían varios camiones todo el día , un poco más a mi derecha y a lo lejos un edificio gris grandote , enfrente mío podía ver el rio y parte del puerto, a mis 
pies una laguna que llamaban Los Piojitos, dónde se reunían los linyeras, qué hacían sus casas de cartón y chapa; debo reconocer que no era un paraíso: olía bastante mal (decían), por suerte yo no siento los olores. Bueno todo transcurría tranquilo, pero un día de repente y de la nada aparecieron un montón de máquinas amarillas que hacían un ruido muy desagradable lo primero que hicieron fue volcar tierra sobre mi lagunita la cual en pocos días desapareció; al mismo tiempo cortaban todo el pasto de alrededor y sacaban muchos árboles, ahí me asusté mucho, claro: yo era un arbolito joven junto a unas vías que cuando pasaban los trenes hacían temblar mis pequeñas raíces.

A esta altura se llenó de gente con cascos que empezaron a tomar medidas, a hacer Zanjas, llegaban máquinas y camiones por todos lados, empezaban a levantar cosas altas parecidas a un esqueleto cuadrado que empezaban a tapar el paisaje de todos los días.

Debo confesar que estaba bastante asustado aún seguían sacando árboles y plantas, lo que la verdad sentía es que llegaba mi fin, ya que los tiraban a un costado como si fueran un yuyo.

Pasaron muchos días para que empezaran a trabajar donde yo estaba, empezaron tomando medidas y haciendo zanjas muy profundas a solo vía de por medio. De repente se acercaron unos hombres con casco que empezaron a discutir entre ellos y no dejaban de mirarme, muerto de miedo esperaba lo peor, se fueron y respire, al otro día vinieron dos que pusieron unos hilos a mi alrededor y empezaron a cavar una zanja con esa forma que después supe eran dos triángulos uno adentro del otro, yo los miraba de arriba (claro yo no les había dicho que yo nací sobre una montañita de tierra) pero a esta altura creo que ya hasta me miraban con cariño, llenaron las zanjas y empezaron a levantar una pared , en su interior lo rellenaron con tierra. La verdad que me sentía como un rey erguido en el medio, hasta parecía más importante, ahora frente a mi tenía una calle de tierra y empezaban a hacer enfrente una placita para los niños entre la vías y un paredón, cruzando esas vías, y junto a las canchitas de tenis se mantenía un gran terreno lleno de yuyos con una cancha de futbol y dos viejos amigos que nos veíamos siempre: un árbol de moras y uno muy grande que me vio nacer, ahí no hicieron nada.

Ya a mi costado derecho vías de por medio se erguía un gran edificio, el cual a cierta hora del día me hacía sombra sin dejar pasar el sol lo cual no me gustaba mucho.

De a poco se fueron todos los ruidos y con excepción de alguna vez de tanto en tanto ya el silencio era total, la verdad daba miedo ver esas moles de cemento, la pregunta era: ¿Para qué son, de que servían?

Un día mientras despertaba por la mañana lo cual confieso siempre me costaba un poco, aparecieron de repente camiones enormes y camionetas de las cuales comenzaron a bajar cosas y a aparecer mucha gente con chicos y volvió el ruido, pero era un ruido distinto por momentos hasta más agradable; en ese momento me di cuenta cual era el uso ya que entraban sus cosas y no volvían a salir, entonces la gente vivía ahí adentro, que feo no estaban al aire libre ni disfrutaban el sol, para mí una cosa de lo más rara.

De esta manera empezamos a convivir, los muros de cemento a mí alrededor les servían de asiento para descansar o para conversar, pero de pronto empecé a verme rodeado durante el día de niños, venían con sus autos y otros juguetes, reían, gritaban y se veían felices, despreocupados de su alrededor, yo me divertía viéndolos y lamentaba no poder compartir con ellos. Escuchando empecé a aprender cosas, como que la mole que estaba a mi lado se llamaba MONOBLOCK 14 y empezaba a conocer los nombres de esos niños, los primeros que me supe fueron Patricia, Yolanda, Gustavo, Fredy y Daniel (negro),pero enseguida se sumaron Silvia, Luis, Norberto, Laura, Carlos, Gaby y así se fueron sumando con el curso de los años por ej: Mario, Eduardo, Cacho, Juan Carlos, Renato Otito, Alberto, Mionca, Mirtha R, Judith, José, Marcelo, Carlos P., Claudio, Malena, Leonor, Alicia, Gladys S, Ester, Mirtha E, Gladys A, Liliana y muchos más que ya no recuerdo. Algunos hicieron una pasada rápida como primos/as, hermanos/as y amigos de otros  barrios:(tengan paciencia pasaros 46 años mi memoria no es la misma).

Lo que les puedo decir que he sido testigo de muchos secretos he presenciado parejitas que se formaban, de otras que se peleaban, de amigos que se celaban, de abrazos, de besos, de inocencia, de picardías, de maldades, de bondades y de todo aquello que conforma la vida y el crecer.

Bueno me adelante un poco: todavía me falta comentarles cómo se formó el nombre: asociaron el edificio 14 con el triángulo y así nació EL TRIANGULO 14, no me pidan que les diga quien lo hizo porque la verdad no lo sé, creo que fue natural, él lugar se convirtió en el centro de reunión y pronto ya se hablaba de la BARRA DEL TRIANGULO 14, esta barra que también se adueñó de la plaza de enfrente era bastante respetada ya que muchos pasaban pero no paraban; yo escuche de otras barras como la DE PREFECTURA, DE LA CANCHITA, LA DE EMIGRANTES y varias más, pero lo bueno de esa época era que todas respetaban sus espacios y casi nunca se enfrentaban.

Aprovecho para decir que nunca estuve de acuerdo con ese nombre ¿por qué no fue? EL ÁRBOL DEL 14 o EL ÁRBOL DEL TRIANGULO 14, le dieron todo el protagonismo a algo frío y sin sentimientos como un bloque de cemento y ladrillos, me di este permiso por que debo confesar que siempre estuve celoso del triángulo, de ese cariño con que se le trata.

Entonces los vi crecer, ir al jardín, la primaria, el secundario, algunos a la facu, los vi de uniforme cuando les toco el servicio militar, vi pasar novias y novios, maridos, esposas a algunos sus hijos, de los cuales podría contar cientos de anécdotas buenas y malas, pero muchos también fueron desapareciendo y fueron pasando los años, ya pocos pasaban por acá, cada tanto alguno veía. Un día tomaba sol tranquilo, no hace más de tres años y de repente vi acercarse varias personas que se dirigían hacia acá; a lo lejos reconocí a algunos de esos niños, ya hombres y mujeres, al llegar se sentaron en este viejo triangulo para tomarse una foto, me conmovió hasta las lágrimas. Verlos ya padres de familia, juntos y con aquel mismo amor a su lugar, divertidos y sonrientes, algunos no los conocía pero no importaba: ¡me sentí feliz!, llenaban este espacio como nadie lo había hecho en muchos años. Desde esa vez los vi pasar más seguido y estuvieron varias veces sacándose fotos acá, en este lugar que después de 46 años, fue, es y será por siempre el TRIANGULO DEL 14 y SU BARRA”.

CON TODO MI AMOR PARA MIS AMIGOS DE SIEMPRE Y EN MEMORIA DE LOS QUE YA NO ESTAN CON NOSOTROS”.

EL NEGRO DANIEL





Comentarios